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Dos niños superan una grave enfermedad tras someterse al trasplante de las células madre de sus hermanos pequeños
28/01/2012. Las células madre de sangre de cordón umbilical y sangre periférica de tres niños seleccionados genéticamente para nacer libres de una grave enfermedad linfoproliferativa, el síndrome de Duncan, que afectaba a sus hermanos mayores han salvado la vida de dos de ellos, según relata su propia madre en un reportaje publicado en el diario El País.
En 2004, María Luisa y Andrés descubrieron que los tumores del sistema linfático que habían sufrido sus dos hijos mayores, Alberto y José (los nombres de los menores son ficticios para preservar su intimidad), se debían a un grave trastorno del sistema inmunitario que también había heredado Carlos, su tercer hijo: la enfermedad linfoproliferativa ligada al cromosoma X.
Se trata de una patología hereditaria muy infrecuente que provoca una respuesta inadecuada del sistema inmune a la infección por el virus Epstein-Barr (en general, cursa sin mayores problemas). El contagio desencadena una proliferación descontrolada de linfocitos y, entre las distintas manifestaciones que sufren los pacientes, se encuentra la aparición de linfomas. El llamado síndrome de Duncan es una enfermedad hereditaria recesiva ligada al cromosoma X, por lo que solo la desarrollan los varones. María Luisa era la portadora de la alteración genética, de forma que tenía un 25% de probabilidad, en cada embarazo, de gestar un varón enfermo. En los tres casos, sin embargo, el resultado fue el mismo: todos fueron varones y todos portadores.
La única posibilidad de curarlos era un trasplante de médula ósea de una persona compatible para regenerar sus sistemas inmunes. Los niños entraron en el sistema de búsqueda de donante en 2005. El Hospital Universitario Niño Jesús de Madrid se encargó de rastrear posibles candidatos, pero no apareció ninguno.
Para salvarlos, los padres de los pequeños aún contaba con la posibilidad de concebir bebés libres de la enfermedad y compatibles con sus hermanos para poder trasplantarles sus células madre. Cuando se inició el proceso, en enero de 2006, todavía no se había aprobado la Ley de Reproducción Humana Asistida que regula la selección genética de embriones, por lo que la pareja acudió a la Universidad Libre de Bruselas, centro de referencia en Europa.
Lucas y las mellizas María y Ana nacieron en 2007 y 2008, respectivamente. Sus células madre, en dos casos de sangre de cordón umbilical y en el tercero, de sangre periférica, curaron a Carlos y José y a punto estuvieron de conseguirlo con su hermano mayor, Alberto, quien falleció nueve meses después del trasplante. Tras un largo proceso de diez años, la tenacidad de María Luisa y Andrés y los avances de la ciencia han logrado salvar la vida de dos niños, que en la actualidad llevan una vida normal.